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Kassandra Ramos Jiménez

domingo, 17 de julio de 2011

Capítulo 3

El suelo de la habitación comenzó a moverse aceleradamente. Una escepecie de fuente de piedra salió de la nada. Emerick le invitó a mirar el agua que contenía. Le hizo caso, por curiosidad más que por otra cosa y se quedó impresionada por lo que contemplaba.


Eran como un vídeo en 3D, pero mejor. En él veía a las náyades de las que hablaba, luchando ferozmente contra lo que parecían algún tipo de demonios. La escena entristecía a Jade de un modo que jamás hubiese imaginado.

Todas murieron en el transcurso de la batalla. Después el agua cambió de escena, esta vez eran unos brujos los que aparecían. Hablaban de la guerra que se tendría que librar. Hablaban de una chica, que los salvaría a todos. Hablaban de otros siete chicos más. Una leyenda. Esos ocho jóvenes cambiarían la historia. La escena volvió a cambiar, ahora aparecía Jade. Estaba luchando cerca de una fuente, junto a un grupo de personas más. Usaba el agua como arma. Lanzaba bolas de agua a los demonios, derritiéndolos. Su ropa era diferente. Su mirada era diferente. Todo era distinto. El agua empezó a vibrar y la imagen se desvaneció.
- Esto... es un truco, un simple truco... -le temblaba la voz.
- Sabes que no.
- Supongamos que lo que dices es cierto... -con un hilo de voz- ¿qué pasaría conmigo? ¿mi vida de mortal?
- El tiempo en mi mundo no corresponde al tuyo. Un año para nosotros es un mes para vosotros. Podrías inventarte cualquier escusa o simplemente aceptar cual es tu verdadero hogar. Lo que eres realmente, para lo que naciste realmente, tu importante cometido en el mundo elemental. En Amrod.
- ¿Así se llama vuestro mundo?
- Exacto.
- Todo esto... me pilla de sorpresa. Pero hay una cosa que me sigue preocupando.
- ¿El qué?
- Chris. ¿Qué habéis hecho con él? ¿Y Gwen? ¿Todos? Yo estaba en una fiesta.
- Ah, eso. La fiesta se ha trasladado aquí. Todos los presentes son tus amigos, bueno, sus cuerpos. Los míos necesitaban poseer sus cuerpos para estar presentes en este gran acontecimiento.
- ¿Poseídos? -asustada.
- Tranquila. No les pasa nada. Su mente está dormida. No recordarán nada de esto.
- ¿Le hicistéis eso a Chris? ¿Y a Gwen?
- No. Chris es un aliado nuestro, al igual que Gwendolyn.
- ¿Cómo?
- Sí, amiga, dice la verdad. -dijo una voz femenina, una voz conocida. La voz de Gwen.
- ¡Gwen! ¡Esto es una locura!
- No. Hazle caso a Emerick, de tí dependemos todos Jade, todos nosotros -dijo quitándose su máscara.
- No puede ser...
- Cariño, sé que es complicado y todo esto que te ha soltado el viejo Rick es impactante, pero tienes que ayudarnos. -espetó Chris, que se puso al lado de Gwen.
- Está bien. Todos me habéis engañado. ¿Realmente creéis alguno que voy a dejar de lado mi vida aquí para luchar en una guerra que no es mía?
- Lo es. Es tu destino. -susurró Emerick.

Demasiada información. Jade se empezó a marear, tenía la sensación de que volvería a desmayarse. Deseaba que al despertarse todo volviese a la normalidad. Aunque una pequeña parte de ella, también quería creer que era importante. Tan importante como toda esa gente pensaba que era. Finalmente, se desmayó de nuevo.


[La vida da muchas vueltas, y de tanto dar vueltas te mareas, y no te mareas por las vueltas, si no, por lo HARTA que estas de darlas en contra de tu voluntad, y aun encima te arrebatan cosas y cosas, y te quitan todos tus pros,y te dejan solo pensando en tus contras. Y te dice..son malas rachas. Yo no pienso eso, yo creo que las cosas malas, tan pronto vienen,se van..pero estoy dejando de creer en esa teoría.]

Al despertarse, seguía en aquel lugar. Lo sabía por lo tenebroso de su decoración. Estaba acostada en una cama, y al ver a un lado descubrió a Chris y Gwen. Ambos dieron un brinco al verla consciente.


- ¡No nos des estos sustos continuamente! ¡Me tenías preocupada! -refunfuñó Gwen, con el entrecejo fruncido.
- ¿Sustos? ¡Vete a la mierda! ¡Vosotros me engañais y me traeis aquí y luego soy yo la que os asusta! ¡Hay que joderse! -verdaderamente enfadada.
- Jade... -le cogió la mano.
- ¡Suéltame! Seguramente me tirabas los trastos porque era parte del plan, al igual que tu amistad. -mirándo a Gwen.
- No. Nosotros te queremos. De verdad. Era una misión en principio. Pero te cogimos cariño, te apreciamos realmente. Nunca dudes de eso. - en los ojos de ambos se veía sinceridad, pero Jade ya no sabía que creer, ni a quien.
- Vale. Os creo. Quiero creeros. Pero antes contarme quienes sois en realidad.
- Empezó Gwen- Yo soy una sirena. Sí. Sólo que me convierto cuando quiero. No soy la típica sirenita de Disney. Formo parte de la guardia real marina.
- Chris siguió- Y yo, soy un angel guerrero. Aunque no lo parezca. De ahí mi belleza y encanto ilimitados -rió, para quitarle hierro al asunto- Pese a que tu hermano no me soporte, que es algo raro.
- ¡Dios mío! ¡Jeydon! ¡Me olvidé de él! ¿Dónde está? Quiero verle...
- Está bien. Afuera. No sabemos cómo, pero logró resistir al hechizo de uno de los elementales, el que le poseyó, y su mente se mantuvo despierta durante todo el circo que se montó. Ahora están deliberando para decidir que hacer con él.
- No van a hacer nada con él. Es mi hermano.
- Pero las normas son claras. Ningún mortal puede descubrir la magia en todo su esplendor. Eso nos pondría en grave riesgo a todos.
- Pero es Jeydon, sabéis como es. No haría nada malo. No diría nada.
- Es un mortal -finalizó Chris, dando por terminada la discusión.

Jade quería saber que pasaría con su hermano. No podría permitir que le hiciesen algo. Tenía que hablar con Emerick, o con quien fuese. Después de que se marchasen sus amigos, se puso la ropa que habían dejado sobre la silla. Una especie de túnica de terciopelo morado y bordada en oro. Se miró en el biombo con espejos que estaba situado en la esquina del cuarto. Tenía el pelo enredado, ojeras (aunque sólo hubiesen pasado unas horas desde que se desmayó por primera vez) y los labios agrietados. Muy desmejorada. Se sentía debilitada física y psicológicamente. Se peinó el cabello, haciéndose una cola de caballo. Hechó un último vistazo al espejo y salió en busca de Emerick.

El pasillo era muy largo y algo oscuro, aunque estuviese alumbrado por pequeñas antorchas.

Fue caminando lentamente, pasando cerca de varias puertas, hasta que abrió una. No sabe la razón, pero la abrió segura de que allí encontraría a quien buscaba.

- Oh. Hola. -dijo un chico.
- Perdón. Estaba buscando a Emerick. En realidad, ni siquiera sé porque abrí esta puerta... -dándo la vuelta, con la intención de irse y seguir buscándole.
- Un presentimiento.
- ¿Qué? -se giró para ver mejor a ese chico, que había encontrado la palabra exacta.
- Digo que fue un presentimiento, por eso estoy yo también aquí. Tranquila, mi sexto sentido nunca falla. Emerick llegará pronto. -se acercó y encenció un mechero, así Jade pudo verle mejor. Era muy guapo. Rubio, con una melenina típica de surfero. Y sus ojos... azules intensos, como el mar, con pequeños tonos violetas. Él sonrió.


- Me llamo Kyle. Supongo que estarás enterada de toda la movida, ¿no?
- Si te refieres al secuestro al que fui sometida para que me contasen que soy una parte muy importante de una leyenda que va a salvar a todos. Sí, algo sé. -sin poder creer que un chico como él pudiese estar metido en este fregado, en vez de salir con chicas y ser el capitán de un equipo de fútbol.
- Exactamente a eso me refiero. ¿Y qué te parece? -parecía interesado en la opinión de Jane.
- Al principio no creí ni una palabra, me había desmayado en una fiesta y al despertar me encontré con todo eso. Me parecía irreal. Después, fui creyéndome más la historia. ¿Tú?
- Yo me lo creo. Además, pinta de héroe si tengo...¿A qué si...emm..tú nombre?
- Jade.
- Eso, Jade. ¿Tú qué eres? Osea, tu poder. En lo que te vas a convertir... yo soy del elemento del fuego. Un dragón.
- Me parece increíble que te tomes tan bien todo esto...
- No me lo tomo bien, me lo tomo genial. Para serte sincero, yo no desconocía la magia. Soy hijo de un mago. Por eso, ya sabía desde muy pequeño todo esto. Me prepararon para ello desde los diez años.
- Vamos, que eres uno de los ocho chicos. Al igual que yo. Tú del fuego, yo del agua.
- Así que tu elemento es el agua. ¿Qué eres? ¿Una sirena? -riéndose.
- No, una foca. -sarcástica- Soy una náyade. Y como sabes tanto del tema, supongo que comprenderás mejor que yo que criatura es.
- Parecido a una hada. Sí. Dí el tema sobre ellas cuando tenía doce. Es famosa la belleza de las náyades. Aunque tú... -mirándola de arriba a abajo- Nosé, nosé...
- ¿Me estás llamando fea?
- Un poco sí. -sonriéndo de lado.
- Muchas gracias, volveré luego. Cuando te hayas ido. -se dirigía a la puerta cuando la mano de Kyle impidió que siguiese, le había cogido del antebrazo.
- No hace falta que te marches. Lo siento. Quédate.
- ¿Qué está pasando aquí? -dijo Emerick, con un libro en la mano.
- Nada. Sólo estaba impidiendo que esta loca se fuese sin hablar contigo. -la soltó y se sentó en un sillón, con pose de chulo.
- Jade se sentó en el otro sillón, maldiciendo entre dientes- Necesito hablar contigo, a solas. -mirándo a Kyle.
- Kyle, márchate.
- Está bien... Hasta luego, loca. -le guiñó un ojo- Adiós, papá.

Salió por la puerta de un portazo. El silencio volvió a la habitación. ¿Papá? ¿Su padre era Emerick? Dios.

- ¿Qué querías? -preguntó Emerick
-  Emerick...
- LLámame Rick.
- Eh...Rick, es sobre mi hermano...
- Jeydon, está bien. En una sala especial, incomunicado. Gwen y Chris ya intentaron hablar con él, pero se puso muy agresivo y tuvimos que tomar medidas.
- Quiero que le solteis. Le llevéis a casa. Y si es posible, borrar de su memoria todo esto.
- No es posible. No puede volver a tu mundo sabiendo lo que sabe.
- ¡Pero lo sabe porque un mago inepto hizo mal un hechizo! ¡¿Encima de que le poseyó, Jeydon tiene que cargar con las consecuencias?! ¡Anda ya! Me niego. -tranquilizándose poco a poco.
- No fue culpa del mago. Sólo que Jeydon parece tener un escudo, la magia no puede afectarle. Es un caso muy extraño. Tenemos que estudiarlo. En tu familia no hay un ser mágico desde hace...doscientos años... No puede tener esas habilidades.
- Me da igual. Si quereis que os ayude con vuestra causa... tenéis que liberar a mi hermano. Ahora. -tajante.
- No recibo órdenes, ni siquiera tuyas. Lo único que puede hacer por tu hermano es...impedir su ejecución. Pero tendrá que someterse a estudios aquí. Y cuando sepamos la razón de su escudo antimagia... ya se verá.
- No. No me conformo con eso. Es mi hermano. Podemos llegar a un trato, soltáis a mi hermano, le someteis a esas investigaciones, siempre y cuando no dañen a Jeydon, y luego él decide si prefiere irse conmigo a la aventura que me espera, o sino quedarse aquí, bien cuidado, hasta que acabe todo. Tú elijes. Pero si no aceptar, olvídate de mi.
- Vale. Acepto. Pero ten en cuenta que él va a estar indefenso y en peligro mientras esté a tú lado. No tiene magia.
- Le enseñaréis a luchar. Le entrenareis como a uno más. Como a mí. Pero sin poderes. ¿Entendido?
- Está bien. Pero no me haré responsable de lo que le pueda pasar.
- Ok. ¿Cuándo comenzamos? -intentando sonar decidida.

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